sábado, 25 de abril de 2020

Me acabé La peste

El día que, a la salida de clase, me enteré de que habían cerrado los colegios y universidades por el coronavirus. El mismo día que noté como tenía la garganta irritada y me engañé a mí misma diciéndome que no, que era una paranoia... pero a la vez... ¿no pensarían todos los infectados de coronavirus que no podía ser que les fuera a pasar a ellos? Ese día, un profesor de alemán de la academia me dijo que era un poco como "La peste" de Camus. "Anda mira, ese libro me lo leí yo hace siglos y lo tengo por casa, me lo voy a volver a leer aprovechando la temática"

Y cuando llegué a casa lo busqué en la estantería en la que sabía que tenía que estar, y allí lo encontré.

Me cuesta últimamente leer, supongo que es el mal de los tiempos; internet tiene muchas más cosas "inmediatas", y nuestra capacidad de atención está patéticamente mermada... pero bueno, poco a poco he encontrado ratos para leer, sobre todo en mis sesiónes de captación de vitamina D... y hoy por fin, en una de esas sesiones, me lo he acabado.

Para mi sorpresa, en la última página había un dibujo que yo misma había hecho el día en el que me lo acabé la primera vez que lo leí, y la fecha; 11.2.89. Dieciocho añitos, pues. Quién me hubiera dicho entonces en qué condiciones iba a leérmelo de nuevo.


Quiero añadirle un dibujo y una nota de el día y la situación en que me lo acabé esta vez. Aunque dudo que me lo vuelva a leer.

Estas son algunas de las citas del libro que he subrayado en esta vuelta:

"Las plagas, en efecto, son una cosa común pero es difícil creer en las plagas cuando las ve uno caer sobre su cabeza. Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y sin embargo, pestes y guerras cogen a las gente siempre desprevenidas.(...) Nuestros conciudadanos, a este respecto, eran como todo el mundo; pensaban en ellos mismos; dicho de otro modo, eran humanidad: no creían en las plagas. La plaga no está hecha a la medida del hombre, por lo tanto el hombre se dice que la plaga es irreal, es un mal sueño que tiene que pasar. Pero no siempre pasa, y de mal sueño en mal sueño son los hombres los que pasan, y los humanistas en primer lugar, porque no han tomado precauciones. Nuestros conciudadanos no eran más culpables que otros, se olvidaban de ser modestos, eso es todo, y pensaban que todavía todo era posible para ellos, lo cual daba por supuesto que las plagas eran imposibles. Continuaban haciendo negocios, planeando viajes y teniendo opiniones. ¿Cómo hubieran podido pensar en la peste, que suprime el porvenir, los desplazamientos y las discusiones? Se creían libres y nadie será libre mientras haya plagas" p. 40

"A partir de ese momento, se puede decir que la peste fue nuestro único asunto. Hasta entonces, a pesar de la sorpresa y la inquietud que habían causado aquellos acontecimientos singulares, cada uno de nuestros conciudadanos había continuado sus ocupaciones como había podido, en su puesto habitual. Y, sin duda eso debía continuar. Pero una vez cerradas las puertas, se dieron cuenta de que estaban cogidos en la misma red y que había que arreglárselas." p.65

"La clausura se había efectuado horas antes de publicarse la orden de la prefectura y, naturalmente, era imposible tomar en consideración los casos particulares. Se puede decir que esta invasión brutal de la enfermedad tuvo como primer efecto el obligar a nuestros conciudadanos a obrar como si no tuvieran sentimientos individuales" p. 66

"Pero el cronista está más bien tentado a creer que dando demasiada importancia a las bellas acciones, se tributa un homenaje indirecto y poderoso al mal. Pues se da a entender de ese modo que las bellas acciones sólo tienen tanto valor porque son escasas, y que la maldad y la indiferencia son motores mucho más frecuentes en los actos de los hombres. Esta es una idea que el cronista no comparte" p. 124

"Todos llegaron a vivir la ley de la peste, más eficaz cuanto más mediocre. Ni uno entre nosotros tenía grandes sentimientos. Pero todos experimentaban sentimientos monótonos. "Ya es hora de que esto termine", decían (...) Al grande y furioso impulso de las primeras semanas había sucedido un decaimiento que hubiera sido erróneo tomar por resignación, pero que no dejaba de ser una especie de consentimiento provisional"  p.171

"En unos, la peste había hecho arraigar un escepticismo profundo del que ya no podían deshacerse. La esperanza no podía prender en ellos. Y aunque el tiempo de la peste había pasado, ellos continuaban viviendo según sus normas. Estaban atrasados con respecto a los acontecimientos. En otros (...) el viento de la esperanza que se levantaba había encendido una fiebre y una impaciencia que les privaban del dominio de si mismos." p.250

"Las familias que tenían que quedar más ajenas a la alegría general eran las que en ese momento tenían un enfermo debatiéndose con la peste en un hospital (...) Esta espera, esta vigilia silenciosa a mitad del camino entre la agonía y la alegría les resultaba aún mas cruel en medio del júbilo general. (...) La liberación que se aproximaba tenía una cara en la que se mezclaban las lágrimas y la risa" p.252
 

1 comentario:

  1. Impresionante Campus, un lúcido que no desluce que debería ser leído por tanto lunático que alucina

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