La primera fue con Cari, recién estrenada la cuarentena, como quien dice, allá por el veintidos de Marzo, cuando aún coleaba el Covid-19 en mi sistema. Charlando con Cari en el grupo de wasap de Tapeo cañí me lo soltó: "Vamos a disfrutar este domingo a la una un vermú a distancia?" Pos claro, nos pusimos nuestras alarmas respectivas, y un poquillo más tarde de la hora prevista allí estábamos.
La segunda ciber-copa fue con Luis el domingo pasado, 30 de marzo. Yo ya me había pertrechado de vermouth y estaba deseando abrir la botella, así que se lo espeté sin miramiento: hagamos una conferencia wasapera o simil, vino/vermouth mediante. Y lo agendamos para las 9.30pm.Y así fue; yo ya pilotaba es esas lides y pisaba fuerte, me puse un titipuchal de piscolabis; papas fritas, olivitas, boquerones en vinagre... la casa por la ventana, porque yo lo valgo.
Qué distinto es una videoconferencia -esta vez además fue por Zoom, con lo que te ves más grande y mola más- de una llamada telefónica. Yo creo que de alguna manera engañamos al cerebro, y le hacemos creer que sí, que estamos ahí con otra persona, porque ya no es solo el oído el que la percibe, sino también la vista. Otra que me apunto satisfactoria.
Con tanta experiencia acumulada a mis espaldas, el viernes, hablando con Gloria por wasap se lo propuse también: "A lo mejor estás hasta los huevos del ordenador, pero si quieres este finde nos hacemos un vermouth/cerveza video conference..." "Mañana. Guay" Y así fue. Ayer, después de los aplausos nos tomamos nuestros vermucitos tan contentas; charlando de nuestros hijos/compañeros de piso felinos, del curro, del confinamiento... Una horita y media también, que se pasó como una exhalación.
Thank god for video calls in times of coronavirus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario