viernes, 31 de octubre de 2014

Fabrica de nostalgias cumple un año

Hoy cumple un año mi fábrica. Esta vuelta al sol ha creado unas cuantas nostalgias para recordar; me congratulo de haberlas registrado y rescatado del olvido, como era la intención original.

También hace hoy dos años que cerré Cotidianas -parece que me gustan las fechas redondas. Invito en este doble aniversario a los lectores que mi primer blog tuvo en su día, para que si se pasan por allí puedan encontrar el caminito para asomarse a esta nueva etapa de mi periplo por la vida -más de lo mismo, solo que dos años más tarde :D

Lástima que como estoy enfermita (con un costipado galopante que me ha hecho faltar al curro dos días) no puedo escribir una entrada de aniversario en condiciones, aunque haré trampa y me meteré de nuevo otro día y lo cambiaré... ¡¡¡muajajaja!!!

Hala, me voy a dormir.

Ah, y happy halloween. ;)

PD 15.11.14: Aquí se queda la entrada prácticamente como la parí en su día; no siempre se puede estar en plenas facultados creativas, y hay que dejar registro de eso también ;)

martes, 28 de octubre de 2014

Bicis y minis

Madrid se está convirtiendo en una ciudad ciclista poco a poco; hay bicis de todo tipo: de montaña, de carretera, plegables, fixies, urbanas, de paseo... También sus respectivos jinetes son de lo más variopinto, y llevan ropa de los estilos más variados, desde ropa sport hasta... tachan tachaaannn...¡¡trajes ellos y faldas ellas!! ¡maravilla! ¡al finnn!! ¡Y pensar que en cierta ocasión una imbécil me recriminó (hace ya cuatro años) que fuera en bici con falda! Flipé en colores, claro.

Y aquí es donde yo quería llegar. Como voy a currar en bici, si tuviera que ir siempre en pantalones no usaría la mitad de mi vestuario, así que cuando me visto por la mañana rara vez tengo en cuenta que voy a ir en bici para adecuar mi indumentaria. Y si toca mini, toca mini. Bueno, miento un poco, antes en verano me ponía unos pantalones cortos debajo (en invierno no hace falta porque llevo medias tupidas), pero ahora ya paso, porque me he dado cuenta de que las brajas, aunque parezca mentira, no se ven nunca. Que miren todo lo que quieran a la entrepierna -que lo hacen, hombres y mujeres también- y si ven algo, que vean... pero vamos, que no ven.


Hoy ha tocado bici+mini, y miradas intrigadas al hueco triaungular entre la minifalda y mis piernas. Cuando iba ya llegando a la plaza de Lavapiés un tío gilipollas y baboso con atuendo moro se ha permitido la licencia de gritarme con voz reprobatoria: "¡Se te ven las bragas!" Mientras continuaba mi camino tan pancha, le he inquirido: "Ah, ¿si? ¿De qué color son?" "Azules" "¡Mentira!" "Blancas" "¡mentira!" Eran fuxias, un color bastante identificable si de verdad hubiera visto algo.

Así que yo pienso seguir siempre que toque con mis minis y a lo loco, cabalgando mi burra por Madrid. 

PD: Acabo de encontrar esta noticia sobre una holandesa amenazada con ser multada en NY por montar en bici en minifalda! Estos americanos...

viernes, 24 de octubre de 2014

Vandalismo políticamente correcto

Ayer volvía de currar a las nueve y media de la noche. Como iba ya con gusa y no me apetecía cocinar, al pasar por Cascorro decidí parar y comprarme una pizza en un establecimiento que acaban de abrir unos argentinos. Hacía una temperatura fantástica, y varias terrazas abundantemente concurridas se desplegaban en las aceras. Un tendero indio de una frutería estaba sentado a la fresca en frente de su establecimiento, viendo la vida pasar.

Mientras estaba candando la bici de repente comenzó un alboroto de gritos y ruidos de golpes. Miré en la dirección de la que procedía el fragor y vi un grupo como de seis, ocho personas a lo sumo con la cara tapada, tirando piedras y adoquines a un establecimiento. Sentí un impulso repentino de gritarles alguna reprobación, tipo "¿¡Pero qué hacéis!? o algo por el estilo, pero no llegué ni a formular la frase completa en mi cabeza cuando me di cuenta de que el objeto de su vandalismo era una sucursal del banco de Santander. Me callé, entendiendo su ira, y me quedé mirándoles tranquilamente desplegar su violencia. 


Se hizo un silencio colectivo entre resto de la gente en las terrazas que presenciaba la escena, quiero creer que no por cobardía esta vez, no por miedo de que la agresión se volviera contra ellos, sino por una especie de complicidad, de aprobación tácita. Los adoquines y piedras continuaron estrellándose contra la puerta y el cajero automático durante un rato. Se oyó un comienzo de grito proveniente de un balcón: ¡OYEE... ! Pero yo diría que a su emisor le sucedió como a mí, como al resto de los testigos; que vió, comprendió y aprobó con su silencio.



Poco después las pedradas cesaron y el grupo, sin un solo reproche a sus espaldas, emprendió la huída a la carrera. Desde el árbol al que estaba aparcando mi bici vi una chica que se acercaba a la escena y sacaba fotos del estropicio con el móbil y decidí imitarla. A mi alrededor las personas en las terrazas reemprendieron sus conversaciones, comentanto tranquilamente la escena, sin frases altisonantes: creo que todos estábamos sorprendidos de nuestra propia reacción, de haber sido cómplices silenciosos de esa escena, y de no sentir ninguna culpa por ello, pues bien hecho estaba.


No es la primera vez que esta sucursal recibe un mensaje de desaprobación ciudadana; hace ya unos años hice esta foto allí mismo. Mismo mensaje, pero la contundencia va en aumento, y es que andan los ánimos bastante caldeados


martes, 14 de octubre de 2014

Más uanaps

Sigo "recogiendo vidas" por el barrio, en este juego hiperrrealista que es vivir.

Ah mira; one up.

Este ya le tenía, pero hice de nuevo la foto desde dentro del chino-auténtico-dominguero

Hasta en los camiones; no se conrtan un pelo


¿Este qué le han hecho, con una manguera? O_O


 Pues hala, ¡otras seis vidas a la saca!

lunes, 6 de octubre de 2014

Un piropo dominical

Ayer me fui a dar una vuelta por El Rastro por la mañana. No me apetecía arreglarme, así que me puse un poco cualquier cosa, me recogí el pelo en dos coletas para no tener que peinarme y ni me pinté ni ná. 

Cuando bajaba ya mi calle de vuelta de mi periplo, entre la muchedumbre que convoca El Rastro todos los domingos oí una voz de chico que me decía: "Mira que guapa." también dijo algo de "(no) ir arreglada", pero eso no lo oí bien. 

Yo, siempre que me dicen un piropo bonito, miro al piropeador y le doy las gracias con una sonrisa, porque mola que te digan algo agradable, ¿a quién no le gusta? Así que miré en la dirección que me llegó el piropo y vi un chico de más o menos mi edad, quizás algo más joven, sentado en un pollete de un portal. Le contesté con mi sonriente "muchas gracias", y como también estaba él muy sonriente y muy guapete añadí: "Muy guapo tú, también". Y seguí andando tan contenta.

Cositas como estas le alegran a una la mañana del domingo, porque el piropo rara vez se queda en el sitio en que te lo dijeron, sino que te acompaña un ratito en la cabeza, y el buen rollo dura un poquito más, aunque no recuerdes por qué es. 

Y reflexionando sobre lo que un piropo te puede subir la moral, ya en casa, me acordé del cartel feminazi que había fotografiado la semana pasada en el barrio; está claro que algunas mujeres no han nacido para alegrarse con las cosas sencillas de la vida.


Se puede ser feminista, se puede ser lesbiana, y se puede ser gilipollas, como estas dos.

domingo, 5 de octubre de 2014

Mi gran revelación: soy introvertida

Es sorprendente que a estas alturas acabe de descubrir algo que me ayude tanto a entenderme a mí misma, pero así es: por lo visto soy introvertida.

Sí, para mí es una sorpresa -quizás a medias- y para los demás estoy segura de que también. Creo que si pasara una encuesta a mis amigos, a mi familia, incluso a alumnos, vecinos y demás gente que me conoce, preguntándoles si me consideran introvertida, la inmensa mayoría diría que no. Porque en realidad me desenvuelvo bastante bien en las interacciones sociales; incluso con personas que acabo de conocer puedo dar imagen de “desenvuelta”, simpática, incluso chistosa -no siempre, eso sí.

La semana pasada, por ejemplo, Nacho, el hermano de Quique, me decía que en el tiempo que pasamos en Portugal, le había sorprendido descubrir cómo era yo en realidad; él me tenía por más “ruidosa”, “alocada” -me lo explicó subiendo los brazos en alto y haciendo aspavientos, así que las palabras son mías- y se había encontrado con que cuando estábamos todos juntos (seis adultos y dos niños) yo no solía hablar sino que escuchaba atentamente, con gesto neutral, siguiendo las interacciones de todos. Cuando por fin hablaba siempre decía la frase justa (todo según él). Me calificó de prudente.

Como yo acababa de hacer el gran descubrimiento de mi introversión y esto era claramente un rasgo definitorio, decidí compartirlo con él: “Es que soy introvertida…” iba a explicar un poco en qué consiste realmente la introversión, pero él me interrumpió diciéndome ¡que no!, que no era eso…  y yo dejé de hablar y seguí escuchando lo que él tenía que decir –pelearme por tener la palabra nunca ha sido lo mío.

Nacho estaba cayendo en el error común de relacionar introversión con timidez, o con ser antisocial. Incluso para mí había sido muy difícil hasta ahora entender –y "abrazar"- esa faceta mía; por qué con frecuencia evito las situaciones sociales y disfruto y busco tanto mi tiempo sola. 

Y es que, según he aprendido ahora, la introversión está relacionada el grado de estimulación con el que nos sentimos a gusto; los entornos demasiado activos en los que suceden demasiadas cosas pueden hacer que los introvertidos nos sintamos abrumados y tomemos cierta distancia, refugiándonos en la observación. Pero incluso así, absorbemos tanta información cada segundo, que después de un tiempo en estos contextos sociales necesitamos retirarnos a descansar; estando solos a nuestro rollo recargamos las pilas. 


En el tiempo que he estado investigando este tema en Internet he alucinado en colores; si me hubieran hecho leer una descripción de cómo son (somos) los introvertidos, diciendo que era mi horóscopo, hubiera de repente creído en la astrología, tan exacta como era la descripción aplicada a mí, punto por punto.

Por ejemplo en lo que atañe al teléfono, que es un tema que llegó francamente a preocuparme; leí lo siguiente, y respiré aliviada:

"En ocasiones no coges el teléfono aunque quien llame sea un amigo. El sonido de un teléfono es como si de repente alguien saliera del armario de un salto: ¡¡Buhh!! Si no estás mentalmente preparado para hablar, puedes devolver la llamada tan pronto como te hayas mentalizado y hayas reunido energía suficiente para tener una conversación" Y añado yo que una vez mentalizada puedo tener esa conversación sin problemas -dependiendo de la persona, claro- pero a veces me pilla por sorpresa y me quedo mirando el teléfono mientras suena, intentando decidirme a cogerlo... ¡pero a veces simplemente no puedo! Si en lo que me decido, el teléfono deja de sonar, me siento un poco culpable por no haberle cogido el teléfono a mi amigo, y me pregunto, "si me pudiera ver mi amigo,¿qué pensaría?" Creo que a partir de ahora será un poco distinto.

Por eso mucho mejor que hablar por teléfono, los introvertidos preferimos comunicarnos por escrito: carta, mail, sms, wassap... Escribir nos permite expresarnos con mayor libertad, pensando exactamente lo que queremos decir y cómo decirlo, sin presiones, en la tranquilidad de nuestra soledad. Algunos amigos (Pacopepe y Quique básicamente) me han "regañado" en el pasado por mi costumbre de no afrontar algunas conversaciones complicadas cara a cara y resolverlo con una carta o un mail, así que con el tiempo dejé de hacerlo. ¡Pero se acabó; voy a volver a las andadas sin contemplaciones! ¡Necesito expresarme en mis propios términos introvertidos!


La mayoría de la gente piensa que soy taciturna -pero no lo soy.
Simplemente valoro el silencio
En un mundo que nunca calla.
Debería ir acabando esta entrada -aunque hay aún muchas cosas que se me quedan entre las teclas- y lo voy a hacer con una última característica de los introvertidos: aunque no nos gustan los grupos grandes de personas, somos amigos entregados, empáticos, comprensivos y fieles con nuestros reducido y selecto grupo de amigos íntimos. 

Así que aprovecho para enviar un mensaje a mis amigos extrovertidos (y los no) que me llaman para hacer cosas chachis y diver aunque yo rara vez llame o proponga un plan. Os quiero, os necesito, no os olvidéis de mi! Por favor, no dejéis de llamarme (bueno, mejor wassap o mail) para invitarme a vuestros planes sociales! Aunque esté en casa, disfrutando como una maldita de mi introversión, también necesito que me rescaten de mi solitud. A lo mejor me cuesta salir, pero sabéis que siempre hago el esfuercito, porque sé que merece la pena sacar a pasear ese lado sociable de mí de vez en cuando y compartir el tiempo con vosotros. ¡Muchas gracias por saber entenderme y quererme como soy!

miércoles, 1 de octubre de 2014

La flaca amateur

Lo que voy a narrar a continuación sucedió hace ya casi un mes, a principios de Septiembre. Dada la naturaleza de la anécdota me sentía reticente en su día a publicarlo aquí, pero con el tiempo, sin embargo, me he decidido a compartirlo sin vergüenza, porque el asunto lo merece. 

Todo comenzó con un wassap de mi amigo, llamémosle Johnny: "Laura, tengo una cosa que contarte. Es algo muy fuerte; cuando puedas llámame." Total, que preocupada e intrigada a partes iguales le llamé, y me contó -no sin interminables circunloquios- que estaba viendo unos vídeos porno amateur... ¡y me había visto a mi! 

Shock total, claro. Aunque yo no tenía conocimiento de ningún vídeo porno del que fuera protagonista, siempre cabía la posibilidad (remota) de que alguien me hubiera hecho la putada, y Johnny me aseguraba que la muchacha del vídeo, si no era yo, se parecía a mí en todo. No me refiero a las partes pudendas, que en el vídeo ni se ven; me refiero a la cara, el culo, el corte de pelo, las manos... ¡hasta en la voz! Con el susto en el cuerpo le pedí la dirección del vídeo y nada más llegar a casa me lo enchufé para resolver el misterio.

Lo que vi me dejó ojiplática perdía; aquella mujer no era yo, no podía serlo. No reconocí la cama, no reconocí el culo del tío (que solo salía de espaldas), pero no daba crédito a lo que veía. ¡Esa mujer era mi doble! Cierto que la calidad de la imagen no era la mejor, pero no veía nada que me hiciera decir "esa no soy yo".


Buscaba con ahínco y casi desesperación alguna disparidad que eliminara definitivamente la posibilidad remota de que fuera yo la protagonista de aquel vídeo amateur, hasta que...¡un momento! Justo al final del vídeo lo vi; su pie. Ese pie de garra que yo no soy capaz de poner ni de coña barrió cualquier posible duda definitiamente, para mi gran alivio.


Desde entonces he hecho alarde de esta historieta con amigos y amigas; ¡tengo una doble porno! y los cuatro o cinco que han llegado a ver el vídeo -al principio me costaba dar el link, a fin de cuentas "me iban a ver" en una situación digamos comprometida- me han dicho que efectivamente "soy yo".

De momento la "flaca amateur" lo mismo está encantada de ver que su vídeo recibe más entradas de lo que esperaba! Yo he buscado a ver si había algún sitio donde dejar mi comentario y presentarme formalmente, pero no ha habido suerte.