domingo, 26 de abril de 2015

¿Bici nueva?


Hace ya más de un año que Mibici, mi compañera durante 23 fue arrebatada de mi lado. Desde entonces no he dejado de buscarla en cada bici con que me cruzo, hasta ahora infructuosamente. Lo más sorprendente es que todavía me sigue doliendo haberla pintado de ese color azul oscuro -increíble- ¡yo la quería turquesa metalizado!

Ayer cumplimos un año juntas mi Peugeot actual y yo. La verdad es que la pobre se ha portado muy bien y me da tan pocos problemas como Mibici, pero no es lo mismo -que no me oiga-, no me siento tan apegada a ella. Empezando por que estéticamente no la he elegido y no la miro arrebolada, y la sensación de estar orgullosa de tu bici mola.

Estoy empezando a plantearme seriamente comprarme otra. Me apetece mucho una bici de carretera, de segunda mano, nada excepcional. Como podría dejarlas en el patio, el espacio no es un problema. Tendría las dos durante una temporada, iría probando, y con el tiempo quzás podría vender la que no usara. O quedarme las dos para tener una para visitas. 

Creo que voy a empezar a buscar.

viernes, 17 de abril de 2015

Contaminación gráfica

Además de la contaminación del aire, la contaminación lumínca, contaminación acústica... también existe la contaminación visual, que la wikipedia define como "el abuso de ciertos elementos no arquitectónicos que alteran la estética, la imagen del paisaje tanto rural como urbano, y que generan a menudo una sobreestimulación visual, agresiva, invasiva y simultánea."

Yo añadiría dentro de la contaminación visual, la "contaminación gráfica", que sería la resultante de que haya cosas escritas por todas partes, cosas que nuestros ojos leen de manera automática cuando vamos por la calle; anuncios sobre todo, impeliéndonos a consumir. Entretienen nuestra mirada, captando nuestra atención, distrayendo nuestro cerebro, no dejándole vagar en sus propias cavilaciones. 

Cuando compramos algo nos llevamos también en los productos que adquirimos todas esas letras, todas esas palabras, que desde los estantes donde los colocamos nos siguen hablando y contaminando nuestro espacio privado, rompiendo el "silencio". A veces necesitamos esas palabras para identificar lo que hay, un suponer, dentro de la lata de conservas, pero otras veces es totalmente supérfluo ¡Que sí, que eres mascarilla de pelo de marca tal que siempre compro, que ya lo sé! ¡Síii, la crema hidratante cual!

Así que yo he decidido que el baño de mi casa, al menos, sea un espacio libre de contaminación gráfica; el papel higiénico fuera de su bolsa llena de letras (y de colores que no he elegido) lo coloco en su sitio apiladito y mono. Bote que llega, bote al que le quito la etiqueta. El champú directamente lo meto en un dispensador de jabón. 

 
En el armarito del baño, ni una sola palabra -menos en el estante superior que están las medicinas. El acetie corporal,  la colonia, el colutorio,... todos "desetiquetados" y calladitos.


Ahhhh... qué silencio tan placentero...