lunes, 30 de marzo de 2020

Coronasoap

Ayer hice jabón conmemorativo del Coronavirus. Pero es que hasta me hice mi sellito de madera y todo para que quedara monísimo... y helo aquí.

No me ha quedado en absoluto como yo había ideado, pero si no lo digo nadie tiene por qué enterarse.


Hoy lo he cortado y sellado, y ha quedado así de profesional... maybe.


Policía del subsuelo

Esta mañana oigo un amago de sirena de policía en la calle, y como no tengo otra cosa que hacer que cazar exclusivas desde mi ventana, rápidamente me he asomado a ver qué pasaba. He visto pasar esta furgona policial, y rápidamente he cogido el móvil para hacer la foto. Mi vecina de en frente, la de los niños, también se ha asomado a ver qué pasaba.


Nada del otro mundo en otros tiempos, pero... ¿un atasco en mi calle en plena cuarentena? Lo que deduzco es que el del butano estaba aparcado haciendo su reparto y ha llegado una furgoneta a la que le apetecía aparcar en el hueco que se iba a quedar libre y se ha parado a esperar. Luego ha llegado un taxi, luego un coche de policía... y finalmente la furgona de policía, que al ver la ""caravana"" se ha impacientado anticipadamente y ha empezado a hacer sonar su sirena para imponerse.

Al ver la foto que había hecho lo he visto... ¿¿la policía del subsuelo?? ¿¿Eso qué é lo que é??
Pues he indagado por las redes, y he averiguado esto en la página de la pulicía: "La utilización del subsuelo por parte de los delincuentes suele comportar una problemática añadida a la actividad policial de superficie, provocada por un desconocimiento de las infraestructuras que se pueden encontrar bajo tierra y de las posibilidades que ofrecen a los delincuentes. Este desconocimiento, es la principal razón por la que se utilizan las Unidades de Subsuelo como servicios especializados, colaborando activamente en la prevención e investigación de acciones delictivas de diversa índole."

Para que veas que ni encerrados dejamos de aprender.

viernes, 27 de marzo de 2020

¡Toma ironía del destino!

No suelo tener New Year's resolutions, pero este 2020 me propuse que iba a hacer un esfuerzo por salir más, que ya estaba bien de quedarme en casa los findes, de escaquearme como una anguila de los planes que surgían a mi alrededor para meramente quedarme en casa a mi pedo.

Y lo he estado haciendo. Por ejemplo recuerdo un finde el mes pasado que Ángela me dijo que había invitado a comer con unas amigas a su casa, que si me apuntaba, que eran chicas muy majas, muy normales. Le dije que gracias por la invitación, pero que ya me conocía y que eso no iba conmigo. Pero entonces me acordé de lo que me había propuesto, y decidí pensármelo. Al día siguiente llamé a Ángela para decirle que venga, que me apuntaba. Lo cierto es que lo pasé muy bien, me alegré de haber ido y más que nada me sentí satisfecha de haber salido de mi comfort zone

Estos días veo la foto que me regaló Noski, que uso para ponerme frases motivadoras; la última que puse fue "¡SAL!" Ja. "Sal". No he querido quitarla, creo que en parte porque le veo el humor a la cosa, y en parte porque me resisto a aceptar que estamos en la situación que estamos, y que a saber cuándo salir o no salir será una cuestión opcional




miércoles, 25 de marzo de 2020

De aplausos y compras en tiempos del coronavirus

Lo que los primeros días parecía una explosión de solidaridad, poco a poco va apagándose, o quizás cambiando. Empieza a haber noticias de personas que vigilan e increpan desde sus ventanas y sus balcones a quienes que van por la calle, exortándoles de mala manera a que se queden en casa, sin tener ni idea de si esa chica que ven  es una enfermera que vuelve del trabajo tras una jornada extenuante ayudando a salvar vidas, o si ese padre que pasea a su hijo tiene efectivamente un permiso médico para hacerlo porque su hijo es autista... o cualquier otra circunstancia justificable en mayor o menor medida. Pero supongo que todo es comprensible, la gente está hasta la bola de estar en casa y rabia cuando sospechan que alguien está saltándose el estricto protocolo que ellos mismos están sufriendo.

Lo entiendo, no todo es rainbows and flowers como queríamos creer al principio; con el tiempo ese subidón "romantico" se desinfla. Yo misma no he salido a aplaudir los dos últimos días. Antes de ayer porque no, porque no me apetecía. Antes de que fuera la hora cerré las persianas y me parapeté en mi enclaustramiento. Cuando empezaron los aplausos estuve un poco tentada, pero me dije: "Mira, no va a ser todos los días. Hoy paso".

Y ayer porque aprovechando que hoy ya acababa mi cuarentena total, bajé a tirar la basura, los envases y de paso a hacer alguna compra. Eran las ocho menos cuarto, y pensé que aunque había leído que los super cerraban antes, no lo harían antes de las ocho. Pero al llegar a Día estaba cerrado. En vez de volverme para casa, ya que estaba en la calle aproveché para darme un paseo hasta Mercadona aunque sospechaba fuertemente que también estaría cerrado, pero a ver, en estos tiempos de enclaustramiento un paseo es un paseo... 

No me equivocaba; el cierre del Mercadona estaba echado, pero la frutería de enfrente tenía la luz encendida. Dentro había un hombre jóven de aspecto indio o paquistaní, sentado detrás del mostrador, y ya que no me quedaba más que una mandarina en casa, pensé que aprovecharía además para hacer gasto en tiendas de barrio, que obviamente están pasándolo mal.

Yo llevaba mi máscara puesta y el tendero también. Le pregunté cuál era el protocolo, y antes de que me contestara vi los guantes de plástico y me puse uno en cada mano, no sé por qué. Obviamente yo no temía ya por contagiarme, lo hacía más bien por él, por no ponerle nervioso y por no contaminar las cosas que otros vendrían después a comprar, se veía todo tan "expuesto"...

Recorrí con mi mirada todos los cajones de frutas y verduras para decidir qué comprar, pero pronto me di cuenta de que todo el producto presentaba un aspecto desolador; naranjas arrugadas, deshidratadas, plátanos negros, fresas mohosas que ni siquiera se habían molestado en retirar, patatas llenas de brotes... todo muy decadente y lamentable. Muy, muy lamentable y deprimente.

Por una especie de solidaridad, y ya que estaba dentro, decidí comprar algo, cualquier cosa. Acabé eligiendo unas manzanas con un aspecto aceptable, unas naranjas regulares y unos tomates aceptables también. Tenía ganas de pagar y salir de allí. Al acercar los productos al mostrador no sabía muy bien cómo hacerlo...  todo era un poco torpe; poner la fruta en la báscula, luego cogerla yo en vez de que la cogiera él, mirando su mano derecha sin enguantar... una paranoia muy rara, muy absurdo y ridículo.

Al salir por fin de la frutería decidí andar de vuelta a casa leeentameeenteee... Total, llevaba compra en la bolsa, y si me paraba la policía no me iban a meter un puro por no andar más rápido. De hecho vi pasar un coche policial que pasó de largo. Yo ya iba por mi plaza y aunque me había olvidado de coger mi móvil y no sabía la hora exacta, sabía que tenían que ser cerca de las ocho, la hora de los aplausos a los sanitarios. Pensé que molaría verlo desde abajo, así que decidí remolonear hasta que empezaran.

Entonces escuché los primeros aplausos en la distancia, y me paré en medio de la plaza. Había una chica paseando a su perro que también se detuvo. Y poco a poco, como cuando empieza una tormenta de verano, el "chap, chap, chap" fue subiendo de volumen, acercándose cada vez más y más, hasta llenar completamente el silencio de las calles desiertas. Decidí no subir a casa aún, y dar un pequeño rulillo hasta que los aplausos acabaran -no suelen pasar de los cinco minutos- y bajé de nuevo a Ronda de Toledo para volver a subir por Ribera de Curtidores. En todas las fachadas de las casas se veían personas asomadas, aunque no era ni mucho menos un seguimiento masivo; quezás una quinta parte como mucho. Bueno, tampoco está mal.

En los soportales de Ribera vi un indigente rodeado de cajas de cartón que me saludó sonriente, enseñándome su boca desdentada. Me paré y a cierta distancia le pregunté que qué tal estaba, que como lo llevaba. Que bien -seguía sonriendo- "Aquí, fumando" Le pregunté si tenía comida, y si necesitaba algo, y le ofrecí lo que había comprado, a pesar de que pensé que sin dientes le iba a resultar difícil comérselo. Lo rechazó alegando precísamente eso: "Es que estoy ya viejo, tengo 50 años". Le regañé riéndome, diciéndole que esa era también mi edad. Me dijo que era de Marruecos, y  que la gente en España era muy maja... por lo visto le estaban dando comida y no le hacía falta nada. Me despedí con una sonrisa y deseándole que le fuera bien y me dirigí a casa, con los aplausos desde las ventanas ya languideciendo.

Aunque tenía idea de dar ya por finalizada mi pequeña aventura de apenas 10 o 15 minutos, al ver el chino nuevo de Mira el Sol abierto, decidí pasar a comprarme una bolsa de patatas fritas. Tenían un plástico transparente a modo de cortina en la puerta, no sé bien cuál era la función -antes del coronavirus la puerta estaba diréctamente abierta todo el rato- pero le daba aspecto "hospitalario". El caso es que pasé, cogí una bolsa de patatas fritas y la puse en el mostrador. "¿Cuánto es?" "1.70"  Joe, no está mal pagado -pensé. Pero en seguida me dije que lo daba por bien empleado, que esta gente no creo que hicieran muchas ventas en el día, ¿cuánto se sacarán? No creo que mucho. Mientras sacaba un par de euros del monedero vi las bolsas de gominolas. "Y esto también" Hurgué en el monedero para sacar otro euro pero no me quedaban más que monedas pequeñas. En la cartera solo me quedaba un billete de 50 euros: "Solo tengo esto" -le dije con cara de circunstancias. No me puso ni una pega sino que más bien se le vio contento de que me dejara un euro más. Me dio el cambio, y me fui para casa, pensando contenta que al día siguiente podría volver a salir para abastecer mi nevera.

martes, 24 de marzo de 2020

Mis días van tomando forma

Estoy un poco más satisfecha conmigo misma; los tres últimos días he estado haciendo yoga por la mañana, empezando a las 11.30 más o menos. 

El primer día hice una clase que me había mandado Gloria en audio por wasap de su profe de yoga. Me gustó bastante; una horita, y bastante claras las instrucciones, bastante straighforward. Ayer hice una que me mandó Montse de Mar. Me gustó también, aunque como estoy acostumbrada a clases de una hora, se me hizo un poquito larga... así que a la hora y diez minutos me salté unos 10 o 15 minutos hasta la relajación final, que la hice porque me gusta. Y hoy he hecho otra que recomendaba Iñaki en su facebook, de su profe de yoga. También bien; me gusta probar diferentes profesores, y además creo que nunca había tenido un porfesor de yoga hombre. Esta ha durado también una hora y media, pero para mí, aparte de larga, ha sido un pelín demasiado "paja mental"; demasiado "chacra", demasiado "contactar con el cosmos" y demasiado cántico en sánscrito. No está mal, pero yo soy muy "mundana" para eso; prefiero centrarme más en sensaciones físicas, en estiramiento, etc.

Pero en fin, en definitiva contenta por haber empezado a mover un poco el cuerpo y reencontrarme con él, y comenzar unas rutinas un poco más saludables. Por lo que me he enterado, en Francia y creo que Alemania, uno de los supuestos bajo los que permiten a los ciudadanos salir de su confinamienteo es para hacer deporte; ojalá aquí fuera también así y pudiera irme a dar un paseíto en bici al sol por Madrid Río o la Casa de Campo...

Luego esta tarde he tenido mi primera clase con Carmen "por fuera" de Tándem. Hemos empezado a las cinco, pero yo a las cuatro y media ya estaba preparándola, así que desde por la mañana hasta las seis y media que hemos acabado he estado ocupada y con sensación de productividad y de aprovechar el tiempo.

También he empezado a apuntar en la pizarra ideas de cosas que puedo hacer si me hallo ociosa. No obligaciones, así que si no las hago no tengo que sentirme culpable, sino ideas.


sábado, 21 de marzo de 2020

Mi visita a urgencias

Ya contaré esto; de momento cuelgo el testimonio gráfico. 



Días improductivos

Los días pasan lentos a la vez que rápidos. No tienen estructura, son tiempo caótico. Me paso el día pensando que tengo que hacer cosas "productivas", que tengo que imponerme un horario... pero no hay manera.

Llevo más de una semana pensando que tengo que hacer algo de ejercicio en casa; yoga o algo más aeróbico. Apunté un canal de youtube que me recomendó Carmen, mi alumna, y hoy he guardado otro de yoga que ha dicho Iñaki en facebook que sigue él. Pero he ido procrastinándolo a lo largo del día, y ahora ya, a las 7. 20, ya oscureciendo, no creo que lo haga.

Lo mismo con el jabón; como tengo aceite reciclado cada día pienso que puedo aprovechar para hacerlo. Sinceramente tampoco es que necesite más jabón, más que nada lo concibo como entretenimiento; quizás hacer un jabón "temático" con un sello de una corona, o de un coronavirus sin más... Pero bueno, en este caso no tengo prisa, ya lo haré.

También me paso el día pensando que tengo que escribir en este "diario", pero me puede la pereza. Aún tengo que contar cómo el día de San José tuve que ir a urgencias a escondidas de mis padres porque la doctora me preguntó cómo iba mi tos y mi insuficiencia respiratoria y le dije que quizás me notaba un poquillo peor. Pero eso ya lo contaré y lo pondré en el lugar correspondiente cronológicamente.

Quizás sea que aún no estoy del todo recuperada; cuando me meneo un poco más, limpiando o lo que sea, siento que me duele la cabeza y un poco más el cuerpo, la parte alta de la espalda.

Quizás sea el estar enganchada al ordenador todo el día, absorbiendo noticias, intentando make sense out of all this.

Quizás no tener horarios nos hace ser menos productivos, quién sabe...

Entreteniendo a Simba y Nala


viernes, 20 de marzo de 2020

El Erte y la moratoria

Sobre las 11 recibí una llamada de Matilde, la directora, interesándose por lo que me había dicho el médico; con el ajetreo no había visto el correo de la baja y el diagnóstico, así que oyó la noticia de mí. 

"Bueno Laura, pues si estás de baja vamos a tener que incluírte en el Erte que vamos a tener que hacer." "Pero no estoy de baja, la pedí solo para el lunes y el martes" "Pero no puedes trabajar con coronavirus" "Son clases virtuales" "Entonces tendríamos que reducirte el número de horas. Mira, con el erte te pagarían el 70% del sueldo, no te corre paro y cuando acabara esta situación volverías con tu contrato tal y como es ahora." 

Intenté resistirme pero vino a decirme que lo podían hacer con o sin mi pataleo, así que que lo asumiera. 

Sin curro hasta nueva orden. Y ahora qué.

Mandé un mail para despedirme del grupo de Bosch con quienes supuestamente iba a empezar las clases virtuales en apenas dos horas, y un wasap a Carmen para decirle que ya no era mi alumna hasta nueva orden. Carmen me llamó por teléfono y acordamos que, ya que el trimestre estaba a punto de finalizar y ella aún no había pagado el siguiente en Tándem, continuaríamos las clases por Zoom sin intermediarios.

Por otra parte el gobierno ha aprobado una moratoria hipotecaria durante el tiempo que dure el estado de alarma, a la que me acogeré.

Todo esto es surrealista. Voy de un pasmo a otro. De una semana para otra cambia el guión de lo que es el mundo, de lo que es normalidad, de las leyes,  de la cotidianidad...

La reacción de la famiglia



Soy una apestada oficial

Muchas cosas han pasado en los últimos dos días. El miércoles pasado, eso es antesdeayer, pero parece que fue hace al menos tres o cuatro días, me levanté temprano para ir a mi cita con el médico, para conseguir la baja laboral con la que justificar no haber dado mi clase del lunes. Por mí no lo hubiera hecho, pero se lo había ofrecido a la directora pensando que me diría que no era necesario, y en seguida me dijo que sí, que además teníamos que saber si era Covin o no. La verdad es que me parecía un poco por morbo, a fin de cuentas qué más da, si iba a trabajar desde casa y no iba a contagiar a nadie. 

Como iba diciendo, el miércoles me levanté temprano, ya que tenía cita a las 8.30. Estaba un poco preocupada con qué medidas iba a tomar para no contagiar a nadie en la sala de espera del centro de salud; pensé que me ducharía antes de ir, me pondría ropa limpia que no pudiera tener virus residentes, y antes de salir me recogería el pelo, me taparía la boca con un buff doble (no tenía mascarilla) y me lavaría las manos. 

Ya estaba casi lista para salir cuando sonó el teléfono. ¿A las 8.20 quién iba a llamar a casa? No me cupo duda de que sería del centro de salud. Pensé que quizás me iban a cancelar la cita porque el médico estaba malo o algo. Cogí el teléfono y una voz femenina preguntó por mí. "Sí, soy yo". "Soy la doctora X, llamo del centro de salud. ¿Qué es lo que te pasa?" Le expliqué que sospechaba que podía tener coronavirus. Me hizo una serie de preguntas; si había tenido fiebre, tos, dolores en el cuerpo, insuficiencia respiratoria... "Bueno, no mucho, pero acabo de cambiar la arena a los gatos y después, cuando he cogido el teléfono he notado que tenía la respiración un poco agitada". Me dijo que debía vigilarme ese tema, y que me haría un seguimiento; me llamaría esa tarde y la mañana siguiente para comprobar mi evolución.

La doctora me dijo que mandaría la baja por el lunes y el martes a la academia -como iba a continuar las clases virtuales no necesitaba una baja más larga para aislarme-  y mandaría una copia a mi correo electrónico. Cuando abrí el documento, a pesar de que ya lo sospechaba, me impactó verlo por escrito, ya era oficial.


martes, 17 de marzo de 2020

Magafonía policial por las calles

Como estamos en algo así como un universo paralelo nuevo y distópico, pasan cosas que hace una semana no hubiéramos soñado. Por ejemplo hay patrullas de la policía por las calles parando a la gente, preguntándeles  por qué están en la calle y adónde van.

Tienes que tener una razón válida que se atenga a alguno de los supuestos autorizados: vas a trabajar (en cuyo caso por lo visto necesitas un justificante) vas a la compra o estás paseando a tu perro.  Como la picaresca no falta, recientemente multaron a una mujer que iba con su perro, porque estaba demasiado lejos de su domicilio. Parece ser también que la gente sale a la calle con una bolsa y la compra ya hecha de su casa solo para que les sirva como excusa, con lo cual la policía está empezando a pedir el tiquet de compra.*

Ayer estaba en casa y oí una megafonía móvil subiendo mi calle, y pensé ¿¿Eso qué es?? Me sonaba en plan: "eeel tapiceroooo... tapizamos banquetas, sillas sillones..." Me asomé rápidamente a la ventana, desde donde vi que no, que era un coche tipo land rover o jeep o algo, que no parecía de la policía ni nada, instando a los ciudadanos a que  "por motivo del estado de alarma por coronavirus..." que nos quedáramos en casita, vaya. Me pareció sacado de un episodio de Black mirror.


*Más tarde me enteré de que esto era un bulo :D

lunes, 16 de marzo de 2020

¿Tengo COVID-19?

Desde ese mismo lunes en que se desencadenó todo después de aquella clase, era consciente de que me pasaba algo en la garganta, de que no estaba bien del todo, pero lo atribuía en parte a haber estado fumando el fin de semana, quizás era solo eso. De hecho recuerdo comentarlo con un profesor de alemán a la salida aquel día, en plan "qué paranoia, ¿eh?"

Llevaba ya un par de semanas lavándome las manos cada vez que cogía el metro y llegaba al curro, y luego de nuevo al llegar a casa, teniendo cuidado de cuando abría puertas hacerlo con el codo si era posible, procurando en general no tocarme la cara... todas las medidas con las que se suponía que íbamos a evitar el ser contagiados o contagiar a otros. Pensaba que en el peor de los casos evitaría cogerme una gripe, así que no tenía nada que perder.

Pero parece que a pesar de todas las precauciones, había cogido algo. El miércoles empecé a tener una tos fea. Me dolía la cabeza y el cuerpo. Se lo comenté a Carmen en la primera clase virtual que tuvimos y me dijo que ella también había tenido un cansancio fuerte de cuerpo al principio de la semana que le había puesto en alerta, pero se le había pasado. Lo cierto es que es difícil saber si tienes coronavirus o no, si hay personas que lo pasan asintomáticas, pasando por un amplio espectro de síntomas que se asemejan en mayor o menor medida a un catarro o una gripe.

https://www.eldiario.es/sociedad/GRAFICO-distinguir-sintomas-coronavirus_0_1005449525.html

El miércoles por la noche mi madre se emperró en que llamara al teléfono de atención del coronavirus... ¡a la 1.30 de la mañana! Estaba convencida; que no se quedaba tranquila si no lo hacía. Obviamente lo dejé para la mañana siguente. Estuve 45 minutos escuchando la locución "Todos nuestros agentes están ocupados. Por favor, manténgase a la espera o inténtelo más tarde", tras los cuales me dijeron que si no tenía fiebre, no había estado en China o Italia o Torrejón de Ardoz o el Corredor del Henares o con personas diagnosticadas ya con coronavirus, no me hacían prueba ni nada, y más o menos que siguiera con mi vida con las mismas precauciones que hasta ese momento. O sea, que lo de que hay asintomáticos se la reflanflinflaba.

Y ya para resumir, que se está alargando esto mucho, viernes y sábado se sumaron a mis síntomas el moqueo total y estornudos estruendosos y constantes (que se alejaba de los síntomas más prototípicos del coronavirus) y el domingo empecé a notar los gánglios inflamados y seguía con dolor de cabeza y de oídos, empane total, y tanto sábado por la noche como domingo por la noche tuve algunas décimas de fiebre.


Hoy es lunes. En teoría comenzaba con una clase virtual con los niños con los que, hace una semana, me enteré de que se cerraban colegios y universidades hasta nuevo aviso. Ayer hablé con la directora para decirle cómo me encontraba, y que no podría impartir la clase. Tengo cita para el miércoles con mi médico de cabecera (no pude conseguir cita antes) para que me den la baja unos días. Lo cierto es que estoy empezando a encontrarme mejor.

Es curioso, porque casi preferiría que hubiera sido coronavirus para quitármelo ya de encima... además tiene mucho más caché que una gripe o un resfriado común, dónde va a parar...

Mari-Chati, vamos a la calle!


domingo, 15 de marzo de 2020

Coronavirus.

Pues aquí estamos. Es Domingo, y mi calle, que otro domingo estaría bullendo de gente paseando parsimoniosamente, mirando distraídamente los puestos de El Rastro, incluso tal vez a estas horas haciendo cola para tomarse las primeras tostas en El Extremeño... hoy están desiertas. Por lo visto es la primera vez que El Rastro "cierra"; no lo hizo ni siquiera durante la guerra civil.


Ayer el gobierno decretó estado de emergencia por coronavirus. Entre otras cosas supone que los ciudadanos tenemos que quedarnos en casita y no salir más que para hacer compra o sacar a los perros si los tenemos. Y para currar. Eso los que no estemos teletrabajando o  no trabajen en un sector al que le es imposible continuar con su actividad. Yo estoy a caballo entre ambas opciones; mis clases en Bosch han sido canceladas por Bosch y de mis otras dos clases que hago en la academia, una la sigo haciendo por Zoom (tipo Skype) y la otra aún no sé.

Y digo que no lo sé porque todo esto se desencadenó el lunes pasado. Al acabar mi clase con los niños (un grupo de cinco alumnos de 13 años de media) uno de ellos, Olivia, gritó tras consultar su wasap: "¡Que han cancelado las clases! ¡Cierran todos los colegios y universidades a partir de pasado mañana!" Yo no daba crédito. Justo una semana antes había estado tranquilizándoles, diciéndoles que no, que en España no iba a pasar lo que en Wuhan, epicentro de la epidemia de coronavirus, o en Italia, donde algunas regiones ya habían tenido que hacer lo mismo. Pero ahí estábamos.