viernes, 20 de marzo de 2020

El Erte y la moratoria

Sobre las 11 recibí una llamada de Matilde, la directora, interesándose por lo que me había dicho el médico; con el ajetreo no había visto el correo de la baja y el diagnóstico, así que oyó la noticia de mí. 

"Bueno Laura, pues si estás de baja vamos a tener que incluírte en el Erte que vamos a tener que hacer." "Pero no estoy de baja, la pedí solo para el lunes y el martes" "Pero no puedes trabajar con coronavirus" "Son clases virtuales" "Entonces tendríamos que reducirte el número de horas. Mira, con el erte te pagarían el 70% del sueldo, no te corre paro y cuando acabara esta situación volverías con tu contrato tal y como es ahora." 

Intenté resistirme pero vino a decirme que lo podían hacer con o sin mi pataleo, así que que lo asumiera. 

Sin curro hasta nueva orden. Y ahora qué.

Mandé un mail para despedirme del grupo de Bosch con quienes supuestamente iba a empezar las clases virtuales en apenas dos horas, y un wasap a Carmen para decirle que ya no era mi alumna hasta nueva orden. Carmen me llamó por teléfono y acordamos que, ya que el trimestre estaba a punto de finalizar y ella aún no había pagado el siguiente en Tándem, continuaríamos las clases por Zoom sin intermediarios.

Por otra parte el gobierno ha aprobado una moratoria hipotecaria durante el tiempo que dure el estado de alarma, a la que me acogeré.

Todo esto es surrealista. Voy de un pasmo a otro. De una semana para otra cambia el guión de lo que es el mundo, de lo que es normalidad, de las leyes,  de la cotidianidad...

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