jueves, 23 de septiembre de 2021

Los Blanquitos (D'Artagnán y Dobby)

 Estaba en el corral en Villager, con mis maletas ya en el coche, esperando a que todo estuviera ya listo para emprender el regreso a Madrid, cuando recibí un wasap de Carmen: "Me da apuro pedirte acogida, pero estabos bastante agobiadas. Cuando puedas hablamos" Y a continuación me envió unas fotos de unos gatitos muy parecidos a Lápiz y Boli, los penúltimos que tuve, hace un par de años al menos. 

Hablé con Carmen y me contó someramente que los gatitos en cuestión tenían 5 meses, que habían vivido la mayoría de su corta vida en un jaulón, y que ya era hora de que empezaran su nueva vida. Acordamos que me llamaría Arantxa para concretar los detalles de la acogida, y ese mismo día a las seis de la tarde, recién "aterrizada" en Madrid, me llamó Aranxa y me contó la historia de "Los Blanquitos". 

La madre de "Los Blanquitos" era una gata feral -o sea, no domestica, salvaje- que habían cogido de una colonia que estaban tratando con el método CES (captura, esterilización y suelta), y que una vez capturada en la jaula rompió aguas. Entonces decidieron que una de las voluntarias se la llevaría a casa para que criara a los gatitos en un sitio seguro, y cuando estos tuvieran la edad en que pudieran ser destetados, operarían a la madre y la devolverían a la colonia -ya que no era adoptable- y buscarían casitas para los pequeñetes. Tuvo seis. Durante la crianza la gata estuvo en una habitación un poco a su bola con sus crías para que no se estresara, y cuando llegó el momento separaron a los gatitos en parejas y les buscaron casas de acogidas. 

Pero en el momento de hacerles el reconocimiento médico, una de las parejas dio positivo en un hongo -que sospecho que era sarna - así que su acogida tendría que esperar. Los hermanitos fueron colocados  en una jaula de la veterinaria para darles su tratamiento hasta que el hongo desapareciera. No era el mejor sitio para que unos gatitos pequeños se desarrollen, jueguen... pero no había más opciones.

Pasado un tiempo se les testó de nuevo, y dieron negativo, ¡qué alegría! ¡Por fin podían "pasar pantalla" e ir a una casa de acogida para emprender su camino a su familia definitiva! 

En su nueva casa había una gata con quien no tuvieron problemas en amoldarse. Los gatitos estaban felices en su nuevo "patio de recreo", amplio, recibiendo cariño constante... hasta que al poco tiempo la gata empezó a tener unas lesiones en la piel, la testaron: el dichoso hongo. Parecía inexplicable, porque los gatitos habían dado negativo, pero no había otra posible fuente de infección de la gata, así que tuvieron que llevarse a "Los Blanquitos" de nuevo al jaulón, otras cuantas, para comenzar de nuevo el tratamiento.

Acababa de pasar ese plazo... y aquí es donde yo intervenía en su historia.