miércoles, 15 de abril de 2020

Cita médica en Majadahonda I

Llevaba días esperando ansiosa mi cita con la médico rehabilitadora en Majadahonda. No quería ni llamar para preguntar si las citas médicas seguían vigentes por si acaso me decían que no. Anteriormente, el día previo recibía un mensaje en mi móvil recordándomela, no así esta vez, pero tampoco había recibido un mensaje diciéndome que estaba cancelada, así que yo lo tenía claro; me presentaría allí, y si la doctora no me recibía, pues tan ricamente, yo ya había salido de casa y me había dado un buen rulillo. Además, en los alrededores del hospital hay un pinar muy grande, y otra zona tipo jardín cuidado/asilvestrado por donde de hecho yo solía pasear a diario cuando hacía allí mi rehabilitación antes de que empezara el curso; con castaños, jaras, un tilo, lavanda, un pequeño riachuelo, conejillos saltando por allí... Soñaba con pasearme de nuevo por un poco de verde.

En principio mi plan era ir en bici hasta Moncloa, donde se coge el autobus de Fremap, pero el día amenazaba lluvia. Miré el pronóstico y a la ida supuestamente el tiempo perdonaba, pero para cuando tuviera que volver iba a caer la del pulpo, así que cogí el bus. Tampoco por la mañana me llamaba mucho la palicilla a Moncloa, máxime después de un mes sin coger la bici.

En estas fechas en la calle todo resulta de lo más distópico. Yo diría que como un 70% de la gente lleva mascarilla -yo llevaba la mía- y hay mensajes alusivos al coronavirus por doquier. Todo el mundo respeta la distancia de como tres metros entre personas... la tesión está en el aire. Llegué a la parada y vi que el circular vendría en dos minutos.
 

Y así fue. En el autobus había otras tres personas convenientemente dispersas, todas con su mascarilla. En la pantalla en la que se van anunciando las paradas había también mensajes aludiendo a la Covid-19; la existencia de un autobús al hospital del IFEMA (que por cierto, tiene  capacidad de nada menos que tres mil camas ampliable a cinco mil), las normas respecto al máximo de personas que pueden ir en el bus... De hecho yo pensé que quizás los autobuses pasarían con menos frecuencia, pero según vi en la aplicación de la EMT pasan con la misma de antes, solo que ahora van todos semivacíos.


Al no haber tráfico llegué a Moncloa en tiempo record. La marquesina de la parada tenía una pantalla en la que iban proyectándose varios mensajes, algunos de ellos dirigidos a los trabajadores que el día anterior, lunes, se habían reincorporado a sus trabajos tras dos semanas de "interrupción de actividad para los trabajadores de actividades no esenciales".




Me dirigí a la parada del autobus de Fremap, en la calle Arcipreste de Hita, justo al lado de una de las salidas del metro de Moncloa. Había llegado veinte minutos temprano, así que me tocó esperar. Allí había un par de policías interceptando a todas las personas que salían, y yo me sentí ufana sabiendo que tenía en mi mochila el papel de mi cita médica que me servía de salvocoducto.

Cuando ya faltaban un par de minutos para que llegara mi autobús, oí una voz a mis espaldas: "¡Señora!" Me giré y era uno de los policías. En vez de pedirme una justificación de mi presencia en la calle, me ofreció muy amablemente unas mascarillas que estaban repartiendo. -"Ah, pues sí, muchas gracias, porque esta que llevo la tengo ya hace mucho" Así que era eso lo que estaban haciendo, claro. De hecho ya había leído yo en las noticias que se iban a repartir mascarillas para los trabajadores que tenían que viajar en transporte público; hay una carestía importante en farmacias, y los precios han subido en ocasiones hasta un 700%. Total, que me dieron tres mascarillas de las básicas, como la que yo tenía pero con elásticos en vez de cintas -¡qué lujo!- y se despidieron mientras yo veía venir mi autobús en la distancia.

No había nadie más que yo para subirse. El conductor llevaba su mascarilla también, y con un gesto me indicó que tenía que subirme por la puerta trasera -una medida nueva. Así lo hice. En una de las ventanillas había un cartel que decía que "por la seguridad de todos" el horario de autobuses se había visto reducido, y no habría otro autobus hasta las 13:55. Iba a tener que estar en el hospital y alrededores cuatro horas... "Ni falta que me importa".



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