domingo, 10 de noviembre de 2013

Los Pendones

El invierno pasado estaba sufriendo un mono constante de campo; tenía que estar esperando siempre a que "me sacaran", a que a mis amigos les apeteciera salir también... así que me apunté a un grupo de senderismo y montaña. Ya desde la primera ruta con este grupo se produjeron afinidades con algunas personas -para quienes casualmente también era su primera ruta- y a partir de ese germen, poco a poco fuimos formando un grupo de gente muy maja y acabamos medio escindiéndonos del grupo primigenio; habían nacido los Pendones (por la salida al Pico Pendón en la que se estrenó el grupo).

Cada fin de semana teníamos alguna ruta programada; solos o con más gente del grupo de montaña. Cuando íbamos con más personas husmeábamos buscando "carne de Pendón" entre los excursionistas para ficharles para nuestro grupo selecto, aunque la verdad es que casi nunca había donde rascar, y medio sin querer acabábamos montándonos la ruta casi por nuestra cuenta. A veces Raquel o Juanjo -que les sale la energía por las orejas- iniciaban una avanzadilla, y los Pendones hala, al rebufo, y dejábamos atrás a los demás poco a poco. En alguna ocasión nos ganamos la reprobación del grupo con el que se suponía que habíamos ido -que eran un poco lentorros- y lo aceptamos resignados.


La última ruta que hice con Los Pendones fue Cuerda Larga con la luna llena de junio; hicimos noche (bueno, dormimos tres horas) a mitad de camino en Cabeza mayor y seguimos al amanecer. Fue una ruta muy especial, pero a la vez un poco rara; al día siguiente lo recordaba todo como un poco remoto, como irreal, como se recuerdan los sueños. No sé si tenía mucho cansancio acumulado o qué, pero siento que no le saqué todo el jugo que debería haberle sacado.

Luego en verano, entre las vacaciones, la caló, y aquello de hacer un parón de las actividades habituales, no hice ninguna salida con esta gente. Bueno, hasta ayer ni con esta gente ni con nadie; alguna excursioncilla por Villager, pero caña, nada. Ayer me reencontré con el campo en compañía de Ángela, Berger y El trucha; nos subimos La Morcuera. Necesitaba ya disfrutar de la naturaleza, del aire limpio, de las plantitas y los árboles, de las rocas...  Además quería evaluar un poco mi forma física después de más de tres meses de inactividad montañera, antes de salir con los Pendones -que son bastante cañeros los cabrones y algunos de ellos no han parado en este tiempo y están en plenas facultades.

Y fue un placer sumo reencontrarme con los caminos; andar, andar, andar, viendo mis botas aparecer y desaparecer debajo de mí, con mis cosas en la cabeza, con los juegos mentales que acabo teniendo al dar cada paso... es casi una meditación en movimiento; entro en flow y tiro pa' alante. Y de repente me vino una nostalgia terrible de mis compañeros Pendones; ganas de ir andando rodeada de ellos, de tenerles a todos por ahí, haciendo cada uno lo suyo, oír sus comentarios, soltar los míos, sentir el rollo tan alegre y divertido que tenemos entre todos...

Espero que reiniciemos pronto nuestras rutas, tengo ya muchas ganas; no me gustaría que los Pendones hubieran sido una flor de un solo invierno.

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