Ayer amanecí en Las Lagunas. Miré el móvil y vi que con el cambio de hora eran las 8.30 y a los demás les quedaban por lo menos un par de horas para levantarse. Así que me preparé un té con leche y me fui a la orilla de la laguna para tomármelo en silencio y contemplación. Hacía una temperatura agradable, los pajaritos cantaban... Paz y quietud.
Me senté, me descalcé y apoyé los pies en el suelo para conectar con la tierra.
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