jueves, 20 de octubre de 2016

Café de gatos. Entiéndeme...

La primera vez que oí el concepto "café de gatos" fue en un documental sobre japón, el imperio de los sin sexo. Según cómo lo presentaban venía a ser un café lleno de gatos pululando donde los japoneses iban en busca de un poco de interacción y de afecto. No podías coger a los gatos o molestarles de ninguna manera, solo acariciarlos si se dejaban gustosos. El pobre japo que salía en el docu (que con todos mis respetos era un loser de aúpa) llevaba golosinas ricas para camelar a los gatos, pero se quejaba de que estos cogían las golosinas y se piraban, dejándole solo y desangelado... "¡adopta tu propio gato, loser!" pensé yo. Estos japos están como cabras, los pobres.

Unos meses más tarde, en la calle Argumosa de Lavapiés apareció... ¡La Gatoteca! Chúpate esa. Exáctamente el mismo concepto; paga (4€ por media hora o 6€ por una hora -con café, té o refrigerio gratis) por sentarte en un café rodeado de gatos. Ahá...

Aquí por lo menos tienes opción a adoptar al gatete que te haga tilín.


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