jueves, 13 de febrero de 2014

Las primeras flores

Ayer cuando fui a clase en Ciudad Lineal me fijé con gran atención en el estado de un almendro que otros años ha sido el primero que he visto florecido; tenía muchas ganas de recoger señales de que la vida vuelve, pero aunque las ramas estaban plagadas de capullos reventones, lo máximo que encontré fue uno con un petalo ahí apenas asomado. 


Eso sí; mi jacinto ya está haciendo grandes avances, aunque aún le queda por abrirse.


Así que viendo el estado de las cosas, esta tarde provechando media horita que tenía entre una clase y la visita a Nazaret (mi fisio), me pasé por El Retiro para recoger más "primeras señales", y como todos los años, en una de las entradas de Alfonso XII, estaba este lirio esperándome, el único abierto.


Luego encontré violetas, muuchas violetas -hasta me comí una. Porque se puede.

Luego me pasé por la praderita de los almendros de la entrada de Claudio Moyano, donde había dos almendros florecidos; hasta había algunas flores caídas en el suelo, así que debía de llevar ya tiempo. 

Luego me encontré un césped con margaritas...

Y por último, en la rosaleda... ¡un caracol! Me gustan los caracoles, fueron mis primeras mascotas. Pepito y Pepita se llamaban, y mis padres me dejaban tenerlos en las jardineras de la terraza aunque se les comieran las plantas. Por amor.


Cuando era pequeña era más normal ver caracoles por los jardines los días de lluvia. Yo siempre les cantaba su canción;

Caracol, col, col 
saca tus cuernos al sol 
que tu padre y tu madre ya los sacó.

Que debería ser "sacaron", siempre me quedaba rallada pensando eso. Me he enterado de que la canción tenía una segunda parte que yo desconocía:

Caracol, col, col 
en cada ramita lleva una flor. (??)
¡Que viva la baba, de aquel caracol!

 Desde luego la letra se las trae... pero da igual; ¡que viva la baba! Quizás debería incluir un caracol entre las primeras señales.

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