martes, 18 de febrero de 2014

La conquista del toro

Este viernes pasado cuando por fin acabé mi jornada y me disponía a improvisar mi finde, recibí una llamada de Jose para invitarme a Sierra Nevada. Por lo visto Juanjo y Raquel habían alquilado un mini apartamento allí para pasar unos días haciendo snow, y les sobraban dos plazas. 

Total, que sin reflexionar ni un ápice di mi "sí quiero", y Jose y yo nos unimos al programa: la idea era hacer una ruta con nieve y crampones que J&R tenían programada para el sábado, y el domingo, cuando ellos se entregaran impúdicamente al snow (aunque al final un viento inclemente se lo impidió, pobres), nosotros nos iríamos de tapeo y turisteo por Graná -como de hecho sucedió.



Todo esto lo cuento de telón de fondo; para poner contexto. Con un programa tan chupi lo que menos se me pasó por la cabeza era que el punto álgido del finde sería el lomo de un toro de Osborne. 

Ya a la ida lo dejó caer Jose cuando vimos el tercer o el cuarto "toro indultado" del recorrido: "Molaría treparse a uno de estos..." No había acabado la frase y yo ya estaba dando palmas (literalmente) y tomándole la palabra entusiasmada: "¡¡Sí, sí, sí!!! ¡¡Yo quieeerooo!!" A mi estas aventuras me encantan.

Cuando al llegar se lo comentamos a Juanjo y Raquel creo que bien no dieron crédito a que acabáramos haciéndolo, bien les pareció una soberana gilipollez. Incluso yo empecé a pensármelo, y para que imperara la sensatez decidí que si al llegar al pie del toro veía la escalada temeraria, abortaría misión. Al comentarlo Jose me dio la razón, pero fue inflexible en una cosa: al menos los cojones había que tocárselos -yo di mi amén.

Total, que me voy directamente al viaje de vuelta, cuando habiendo localizado un toro de fácil acceso y cámara en ristre nos dispusimos a inmortalizar nuestra hazaña. Y como soy de naturaleza ególatra, a continuación cuelgo las fotos que lo atestiguan para que pasen a la posteridad.

Foto pre-trepada en la que se aprecian las proporciones de un toro de Osborne

Primera parte de la misión, accomplished; cojones tocados -y lamidos.

Trepa que te trepa (con un poquito de vértigo a veces)

¡¡Conquistado!!
Cuando ufanos y jactanciosos tras nuestra pequeña hazaña nos subimos de nuevo al coche, nos abofeteó la pregunta; ¡¿Por qué no nos hemos subido a lo más alto, a la testuz?! ¡Seremos panolis y cobardes!

Así que hemos decidido que lo dejamos para la próxima -que la habrá. Y tras la testuz conquistaremos también una botella de Tío Pepe, y un cartel de Quijote y Sancho que vimos más adelante... Ha nacido un nuevo deporte; somos... ¡los billboard hunters! -en inglés, que queda más fetén.

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