sábado, 11 de julio de 2015

Un reencuentro serendípico

El domingo pasado estaba en casa con la determinación de no salir en todo el día. De hecho había medio quedado con Ángela, y cuando me llamó para darme no se qué excusa por la que no podíamos queadar, me alegré francamente, porque con esta maldita ola de calor no apetece nada moverse. Así que por hacer algo, me puse a ordenar y organizar la ropa de verano que aún no había acabado de colocar.  En parte por esa ociosidad, me dio por probarme modelitos de ropa que no había visto desde el verano pasado: los pantalones cortos caqui con algunas camisetas de tirantes, la falda blanca larga con ese top rojo con conchitas que me regaló Ángela... "Anda, mira qué mono me queda esto" -pensé. Me puse unas sandalias para acabar de rematar el modelito, y de repente algo me empujó a, ya que estaba vestida, salir a dar una vuelta y lucir look. Pero a la vez estaba muy extrañada con mi decisión repentina; "Pero si llevo todo el día diciendo que no voy a poner un pie en la calle...". Entonces pené;"¿Quizás tengo que encontrarme con alguien?"  Me acordé de cuando me encontré con Juan Carlos a la vuelta de casa, contra todo pronóstico de que coincidiéramos y debido a una cadena de "casualidades", pero en seguida me olvidé de mi "paja".

Cogí la calle Mira el sol hacia Lavapiés, y cruzando Embajadores vi una silueta que salía de la terraza de Peyma dirigiéndose a mí...  ¿¿Cómo?? ¡¡Heather!! ¡No puede ser! Mientras se iba acercando me miraba con una sonrisa en la que leí en un segundo: "Estoy tan flipada como tú, sé que hace una eternidad que no nos vemos y que la cosa acabó rara, pero lo que me sale ahora es bueno... ¿y a ti?"  Al estar una frente a otra nos dimos un abrazo muy sentido y muy bonito sin decir mucho, sintiendo el momento y no dando crédito. Al separarnos me contó ojiplática que justo acababa de pensar en mí, en que estando ahí podría encontrarse conmigo, levantó la vista y me vió aparecer. Yo no le dije nada de "lo mío" hasta más tarde.

Las dos estábamos visiblemente nerviosas, resoplando sin ocultarlo y moviendo la cabeza de un lado a otro, diciendo: "flipo". El corazón poco a poco se fue calmando mientras hablábamos, aunque noté una gota de sudor que rodaba desde mi axila por el brazo. Mientras, me ponía al día de las últimas (tristes) noticias de su vida; que ahora vivía en Bayona, en Francia, y había vuelto para reencontrarse consigo misma y con "su gente"... que sentía mucho cómo se había distanciado de mí, y cómo ahora veía el absurdo de lo que había pasado. Que verme le hacía sentir que había perdido a alguien casi como de su familia, como a una hermana. Yo sentía lo mismo.

En la terraza de La Mancha daban fusfus de agua para combatir la caló

Ayer quedamos para ponernos al día y fue todo muy, muy sorprendente, muy íntimo; compartíamos una conexión muy especial; mucha complicidad, muchas más "casualidades" que habíamos compartido en la distancia; casi una evolución paralela. Hablamos desde el corazón, y me reencontré una mujer maravillosa, fuerte, que había aprendido mucho con los palos de la vida y evolucionado a mejor. 

Lo que nos depare la vida está aún por escribir.

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