viernes, 14 de noviembre de 2014

Mujica y el anticonsumismo

Me vais a permitir transcribir un fragmento de la entrevista que Jordi Évole hizo a Mujica, presidente de Uruguay, que he visto recientemente y que me ha convertido definitivamente en fan de este hombre:
"Creo que en la sociedad contemporánea, por la multiplicación de este hiper consumo estamos no atendiendo consumos prioritarios que son fundamentales, y a su vez gastando un esfuerzo humano en un montón de pavadas que poco tienen que ver con la felicidad humana. La gente está metida en una gigantesca telaraña que es la sociedad de consumo que está montada en función de la acumulación. La gente ni siquiera es consciente de eso. 
Empecemos por el principio; cuando tú compras algo, no te equivoques, el instrumento es la plata con la que tú estás comprando, pero en realidad estás comprando con el tiempo de tu vida que tuviste que gastar para tener esa plata. Quiere decir que cuando tú gastas en el fondo lo que estás gastando es tiempo de vida que se te fue. Cuando yo te planteo la sobriedad como una manera de vivir, lo que te planteo es la sobriedad para tener más tiempo, la mayor cantidad de tiempo posible para vivir la vida de acuerdo a las cosas que a ti te motivan, que no necesariamente son las del trabajo”.  
"Pero puede haber gente que libremente piense que a ella le va bien invertir su tiempo en ganar dinero para comprarse un coche mejor, una casa más grande... "
"Sí, sí, que trabajen... y que se jodan. Y que trabajen mucho si quieren. Es una decisión libre… ¿pero somos libres cuando se nos impone una cultura de gastar, y gastar, y que tienes que cambiar el telefonito todos los meses, y que el auto no te resiste dos años… eso moverá la economía, pero no vayas a creer que desarrolla tu vida. Porque la cosa más grande que tienes es que estás vivo. Es un milagro que estés vivo."
Amen. Así opino yo, y así vivo yo mi vida, y por ello se me ha tachado en el pasado de underachiever, algo así como loser, perdedora, fracasada... y se equivoca quien así piensa. Es difícil explicar -y que me crean- que esto es una elección consciente.

Hace unos meses me reencontré con Victor, un compañero psicólogo de la universidad. Tiene un gabinete en frente del Templo de Debod -una zona bastante chula. Tiene mucho mérito, y se lo reconozco, faltaría más. Pero cuando me tocó a mí explicar que soy profesora de inglés en una academia y que trabajo dieciocho horas a la semana (obviamente cobrando un salario proporcional a mi jornada laboral), no supe cómo contarlo para que no pensara, "vaya fracasada esta pobre". Porque cualquier explicación que añada para expresar que así es como he elegido vivir mi vida y que me siento privilegiada de poder hacerlo, sé que suena a patética justificación. 

Y me jode cada vez que me veo en esa situación. Me hiere el orgullo, lo reconozco. Por eso me dio tanta alegría cuando Quique me dijo un día por sorpresa que reconocía el mérito que tenía vivir como yo he elegido vivir, porque indudablemente tiene un precio -él mencionó el que mis amigos se peguen viajes fantásticos a países remotos y yo no poder hacerlo- pero que yo estaba siendo consecuente con mis principios y viviendo acorde a ellos. 

Afortunadamente -a qué tanto victimismo- mi entorno cercano me conoce y lo ve tal y como es. Incluso aunque no fuera elegido, me gusta pensar que sería muy fácil acomodarse a este estilo de vida y ser feliz así.

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