jueves, 6 de marzo de 2014

La cola del Cristo

Junto con los almendros en flor y los días primaverales llega también por estas fechas un fenómeno muy curioso que observo año tras año en el camino de mi casa al curro -y viceversa. 

A finales del mes de febrero, en la calle Jesús, empiezan a aparecer sillas pegaditas a la pared y alguna maru ocasional guardándolas. Durante una semana o más cada día se va alargando la cola de sillas (e incluso tumbonas), más o menos ocupadas según la hora. Cuando el tiempo es inclemente se forman allí unos chiringuitos con plásticos, cartones.... y por la noche aparecen mantas, mesitas de picnic para jugar un parchiscito o unas cartas... ¡hasta estufas de butano se bajan de sus casas cuando arrecia el frío!

Quienes ocupan estas sillas en esta suerte de acampada urbana filiforme, son en su inmensa mayoría marus en sus cincuenta, sesenta años y de ahí para arriba. Ocasionalmente algún marido complaciente también se deja caer por allí. Supongo que entre familiares y amigos harán turnos para poder atender sus tareas cotidianas,  pero el año pasado me enteré de que también hay mucha picaresca;  algunas de las personas de los primeros puestos, al llegar el ansiado día, venden su "número" a algún devoto pudiente.

En fin, el primer año que vi aquello flipé tanto que me acerqué a un grupito de marus y les interrogué: ¿Qué hacen ustedes aquí? ¿regalan algo?" Y me contestaron muy alegres ellas, con ganas de alardear de fe o de fan:"Es que el primer viernes de Mayo es el día del Cristo de Medinaceli, y hacemos cola para besar al santo." Pues vaya ironía el dicho aquel de "llegar y besar el santo", dadas las circunstancias. Esto no se lo dije, lo pensé para mis adentros, pobres.


Hoy es víspera del día M, y ya la tienen allí montada a lo grande. A la vuelta del curro he tomado el camino de la calle en cuestión, la calle Fucar, a ver hasta dónde llegaba la cola este año. A lo largo del recorrido los oportunistas habían puesto hasta tenderetes de estampitas, rosarios y demás parafernalia religiosa para tentar a los fieles. Cuando por fin he llegado al final de la cola he tomado nota mental para buscarlo en google maps y verlo en cifras. Helo aquí para todos ustedes:

Medio kilómetro de devoción -ahí es ná.
Pero no me he quedado en eso; al ver semejantes dimensiones he pensado que si la cola del Extremeño de los domingos, de gente hambrienta y ansiosa por comerse una tosta mereció un vídeo, esta desde luego no podía ser menos, así que he vuelto sobre mis propias rodadas encabalgada en mi bici -por eso en el vídeo pasan cosas raras con la cámara- y he obtenido la prueba número dos de tamaño dislate.

Hela aquí en forma de dos minutos y pico de cola en vídeo:


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