miércoles, 3 de junio de 2020

L

Pues nada, pues ya está. Ya está hecho. Ya está pasada la barrera. El medio siglo. Se acabaron los cuarenta y tantos para siempre, ya no hay vuelta atrás.

La verdad es que llevaba ya un par de años diciéndome que tenía cincuenta; cuando llego a los 8, ya me pongo en la siguiénte década... y qué más da, supongo que me vale como preparatorio.

Con las circunstancias como son, ni siquiera tuve que descartar el celebrarlo, es que ni se me pasó por la cabeza, como la mayoría de los años. Intentaremos celebrarlo con Cari y Luis en la terraza del Parque de los Perros como los últimos años, y en casa de Dani conjuntamente con Manolo como el año pasado, que nos gustó mucho a toda la family.

Es que no hice ni fotos conmemorativas como dios manda... pero voy a ponerlas todas aquí para dejar pequeños retazos de lo que fue el día.

Me levanté y ya tenía felicitaciones del ala madrugadora de la familia. Bueno, de hecho mi padre, que era el primero, dejó su mensaje la noche antes. Y, según me confesó después divertido, utilizó todos los emojis posibles para chafárselos a todos y que no los pudieran usar. Lo curioso es que todos los típicos de cumpleaños (las serpentinas, la croneta, el del gorrito, la tarta...) los omitió... él sabrá.




Llevaba todo el confinamiento pensando que tenía que poner el tocadiscos; lo pongo regularmente para que no se convierta en un coroto.  Por la mañana al levantarlo lo vi ahí y no lo dudé ni por un instante; era lo que necesitaba para hacer una mañana especial. Por lo demás no tenía planes




Simba y Nala inspeccionaron el pickup mientras sonaba el disco de Joan Manuel Serrat en homenaje a Antonio Machado. Sorprendentemente no la liaron mucho, y a los pocos minutos me vi a Simba echándose una siesta en las alturas. Luego su hermana le siguió.


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¿Qué tiene todo esto que ver con mi cumpleaños? Pues un suceso circunstancial meramente. Pero así fue. Estoy siguiendo el rastro de las fotos que hice, y este es.

Mi siguiente foto es del paseo del Estanque en El Retiro.


 Recién levantada mi madre me llamó para invitarme a comer con ellos, así de improvisto. Yo había cancelado mi clase con Carmen para estar libre en mi cumple, así que acepté. A las 14.00hs estaba cogiendo una bicimad para atravesar El Retiro hacia Moratalaz. Hacía una brisa fresca, nada de calor, pero El Retiro estaba vacío. Me paré para hacer una foto y mandársela a Carmen por wasap para que se animara a darse un paseo -vive al lado y no se ha animado hasta ahora por miedo a que estuviera petao. Al menos un día de diario a la hora de la comida, no lo estaba.

Siguiente foto: Mi padre hizo mejillones naturales y los desconchó para ponerlos así de aperitivo. Como tenía fe en lo rico que estaba el caldito y sabía que íbamos a querer tomárnoslo, hizo esta heterodoxa presentación. A mí me pareció práctico, imaginativo y jocoso. Sorprendentemente mi madre no objetó, e incluso utilizó su pajita para darle un tiento al juguillo. La mía era la rosa.


Comimos en la terraza muy a gustito, tomamos un yogur de postre, y el cafelito, y el pacharán, y yo me fui para casita sobre las 6 a pesar de que había quedado con Noski en que si seguía por Morata sobre las 7.30 quedaríamos a tomarnos algo -probablemente subiríamos a su casa.

Pero no, me volví para casita tan pichi. Hasta Atocha en bus, en Atocha bicimad. Hice una pequeña compra en Día antes de subir.

Ya en casa recibí algunas llamadas de felicidades, algunos wasaps... y me vi el episodio quinto de la cuarta temporada de El Ministerio del tiempo, que salía precisamente ese día. 

Un día tranquilo, sin tacha, sin reproche. Satisfactorio. No necesito más. 

Cincuenta, madre mía.

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