martes, 20 de diciembre de 2016

Nace el invierno

Hoy es el último día de otoño; mañana empieza el invierno.

Anoche soñé que tenía un hijo. No que lo tenía, sino más bien que lo paría; soñé todo el parto. Muy extraño todo.


No estaba en el hospital, estaba en mi casa. O en una casa, que era la mía. Mi madre estaba también, y otras personas que no recuerdo. Yo me ponía de parto; no notaba contracciones ni nada, más bien me daba cuenta de que estaba embarazada -en el sueño no se sabía quién era el padre ni parecía importar- pero no tenía mucha tripa. Empezaba a notar la coronilla de la cabeza saliendo entre mis piernas. No estaba asustada, si acaso algo sorprendida. Pensaba que ya a mis 47 años (aunque aún no los he cumplido) era un poco tarde para tener un hijo, y que quién lo hubiera pensado ya.

Como decía, notaba su coronilla, la tocaba con las manos pensando que iba a salir, pero no había contracciones para ayudar. Notaba que tenía ganas de hacer pis, y que si empujaba iba a mojar todo el suelo (quizás aquí no era mi casa) así que iba al baño, con cuidado de que el bebé no saliera. 

Al cabo de un rato alguien me decía que si quería que el bebé naciera tenía que empujar, así que yo empujaba, sujetando la cabecita que asomaba entre mis piernas. Notaba que había roto aguas. No sentía ningún dolor, y recuerdo que alguien me estaba grabando (la cara) y yo pensaba que qué inoportuno y que no iba a salir muy favorecida. Por fin el bebé acababa de salir, yo lo sacaba suavemente con mis manos; era muy pequeñito, no llegaría al kilo, y así lo hacía notar mi madre: "¡Qué pequeñito es!" Pero no pensaba que su salud esuviera en riesgo.

Yo lo miraba. Al cabo de un rato me daba cuenta de que aún no sabía si era niño o niña, aunque imaginaba que tenía que ser una niña. Mi madre me decía: "Mira, no tiene nada" mirándole entre las piernecitas- "es una niña". Yo miraba y veía la forma de su vulva pequeñita, y pensaba que sabía que si alguna vez tuviera un hijo sería una niña.

Luego, de estas cosas que pasan en los sueños, yo me iba y dejaba al bebé al cuidado de mi madre. Más tarde me daba cuenta de que no le había dado el pecho, de que tendría hambre. Le acercaba a mi pezón, mi madre decía "se lo tienes que acercar mucho". El bebé se enganchaba, y yo sentía... muy difícil de describir. Sentía cómo la leche salía de dentro de mí por el pezón, pero era como una energía, una fuerza. Y una sensación parecida a la excitación sexual pero diferente, como de conexión muy íntima. 

No recuerdo qué más pasó. Lo que me resulta curioso es que no llegué a ponerle nombre a la niña, ni estaba exhultante, ni tenía miedo... era todo un poco neutral. Sí pensaba que cómo iba a poder cuidar de ella y darle un espacio en mi vida, pero no con mucha preocupación.

Nunca había soñado algo así, y me gusta que haya sido el día antes del solsticio de invierno; me hace pensar que tal vez algo nuevo vaya a nacer en mi vida.

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