Con eso de que voy por la calle recogiendo las pinzas que me encuentro, el cestillo está a rebosar, así que decidí pasarlas revista, a ver si había alguna deteriorada y prescindir de sus servicios.
Pensé que si tenía un grupo de muchas iguales podía colárselas a alguien, pero cada una es de su padre y de su madre. Entonces empecé a separarlas por colores, y una vez en grupos, empecé a ponerlas en degradé... y ya me lié; es lo que hace tener tanto tiempo en las manos -una maravilla, oiga. Porque nunca se sabe lo que va a salir, pero muchas veces el resultado mola, y sobre todo; el proceso es entretenidísimo.
Porque no es solo clasificar las pinzas, colocarlas... sino también hacer las fotos. Subirme a una banqueta para esa toma cenital...
También implica a veces poder jugar con los cachivaches de la cámara que nunca uso; esta última foto está hecha con un objetivo de ojo de pez, Y si ya me meto después con filtros, no paro... Como por ejemplo este pequeño trabajillo de post-producción:
Tampoco es que me fascine el resultado, pero el caso es jugar, explorimentar. |
El pobre Grey que estaba sobando en el "mirador de verano" se vio de repente suspendido en el aire, cojín y todo, para aparecer en el medio de un círculo de pinzas. De ahí su cara de: "¿Por qué haces esto?"
Luego empezó a liarla con las pinzas -aunque parece que está tocando el piano- y hasta le hice un muy breve vídeo cuando decidió pirarse de aquel altar multicolor, rallado de verme ahí apuntándole con la cámara.
Y todo esto, señoras y señores, con una cesta de pinzas de la ropa y una cámara de fotos. Toda la mañanita entretenida. Y la tarde para componer el post. Las vacaciones de verano... lo mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario